miércoles, 16 de mayo de 2012

Un Intruso Mañanero


Un Intruso Mañanero
Sonyi Vargas

Como cada mañana el sol se cuela por la ventana para darme la bienvenida a un nuevo día, pero ese intruso no es el que me saca de los brazos de Morfeo, es esa mano perezosa en mi espalda, esos labios traviesos en mi cuello, esa pierna intrépida en mi entrepierna. Con el deseo naciente, pero con la bruma del sueño todavía  entumeciendo mis sentidos, mi cuerpo reacciona a solo su contacto, se gira en esos confortables brazos y busca mas piel, es más las ganas de tocar se despiertan junto con las de ver y de admirar a mi despertador.

Con algo de reticencia abro los ojos y dejo que vaguen por ese cuerpo que tiene las curvas y planos  adecuados, por ese trasero turgente  y prieto, esa espalda esbelta y fuerte que desemboca en esos hombros anchos, para dar inicio a ese hermoso cuello y con ello a esa mandíbula cuadrada y masculina, entonces sus labios te dan la bienvenida a ese rostros ladino y cruel que posee esos ojos profundos e intensos.

Ahora todo su cuerpo está activo, sobro todo esa parte llamativa y perfecta entre sus piernas, sin lugar a dudas hermosa, llamativa y erguida.
Con sus grandes y rudas manos acaricia mi cuerpo de la cabeza a los pies y se pierde en lugares que solo se le permite a él.

En su rostro esa sonrisa picara e implacable que me enloquece, ese mirada astuta y calculadora que me desarma.
Mis manos toman vida propia y empiezan esa danza tan conocida en su cuerpo, recorriendo cada plano de este perfecto Dios.


Su boca reclama la mía con fiereza, incitándola a doblegarse, a esclavizarse a sus deseos, pero no, la mía también se siente poderosa y se lo hace saber con lamidas y mordidas hasta sentir el sabor metálico de su sangre. Comenzamos una batalla campal donde ninguno desea rendirse, mi lengua traza su labio inferior con sutileza sometiendo su voluntad a lamidas hasta que abre esa caliente y húmeda cabida que de inmediato asalto a placer, donde lo marco como mío, de mi propiedad, donde estampó mi firma hasta su garganta.

Con hambre me traslado a su mandíbula, desplazo mi lengua hasta su cuello, donde lo vuelvo a morder y lamer a mi antojo.
Pero él no se queda atrás mi cuello sufre su cruel venganza dejando la certeza de que en unas horas mi piel tendrá un color oscuro y negruzco por su culpa. Sigue un camino húmedo por mi hombro donde apoya sus manos y gira mi cuerpo con violencia, ahora esto de cara a la cama con él sobre mis caderas donde inicia su más reciente aprendida técnica de tortura, con sus manos y labios recorre mi espalda con gula y desesperación al compas del maravilloso vaivén de su pelvis contra mis nalgas.

Pero yo no me rindo tan fácilmente, con movimientos sinuosos muevo mis caderas sobre su más que dura erección, apretando mis glúteos con su pene que ya empieza a expulsar humedad. De su garganta brota un gemido gutural y con renovada violencia gira mi cuerpo, ahora si estamos en punto, donde puedo ver su hermoso rostro y restregar mi más que húmeda entrada con su entrepierna.

Me mira a los ojos con malicia y lujuria, de la nada saca una largas y anchas tiras de seda y con rapidez ata mis manos sobre mi cabeza, es claro que esto va para largo y la que está en desventaja soy yo, por supuesto no me estoy quejando.

Sus labios vuelven a los míos y esta vez los conquista sin batalla, estoy dispuesta a dejarme dominar, seduce mi boca con maestría, marca mi lengua con su calor, tatúa en mi paladar su aliento.

Emito un gemido de protesta y frustración cuando abandona mi boca, pero pronto soy recomenzada al sentir su dulce lengua en mi tórax y sus manos en mis excitados pezones. Esa lengua pecaminosa bordea mi pecho sin permitirme sentir su calor en ese botón tan necesitado. Con fiereza ataca mi seno izquierdo con sus dientes y lengua y mi derecho es agasajado con una de sus manos mientras la otra me sostiene de la cadera para evitar los convulsos movimientos de mi cuerpo debido a la excitación.

Cuando se siente saciado de uno de mis pechos pasa al otro para darle el mismo tratamiento, yo solo gimo y grito de éxtasis e impaciencia. Abandona mis más que húmedos y doloridos pechos para desplazarse a mi vientre donde su boca vuelve la faena de dejarme empapada de su saliva, su lengua se hunde en mi ombligo y mi cuerpo salta de la impresión. De sus carnosos y cálidos labios solo se escucha una ronca risa que demuestra que lo está disfrutando, ya me tocara a mí cobrarme esta.

Continua su camino y con su fuerza innata abre mis pierda donde contempla la flor de mi feminidad, abierta, roja y dispuesta para él. Sin mimo, piedad ni contemplaciones asalta mi intimidad, que esta húmeda y ansiosa por los jugos que expulsa mi vagina. Su lengua diestra y hábil recorre mis labios dejando de lado mi clítoris ansioso, sus dedos largos y delgados tientan esa entrada dispuesta, mis gritos han subido de nivel y con la firme intensión de aumentarlos inserta de una sola embestida tres de sus dedos curvándolos en mi interior mientras su lengua asalta mi botón de placer al mismo tiempo.

No hubo tregua, lamio, chupo, mordió y adsorbió de mi mientras yo solo era capaz de boquear por aire, y gritar de satisfacción, sus dedos me embistieron con fuerza y habilidad curvándose en los lugares adecuados, golpeando ese punto delicioso que me hizo ver las estrellas, al cabo de pocos minutos o quizás mucho tiempo después no sabría decir, mi cuerpo convulsiono, grite hasta quedarme afónica, me sacudí sobre el colchón, subí al cielo, toque estrellas y planetas y volví sin aire y forzando a mis pulmones para que lo adquirieran.

Cuando pude recuperar la conciencia esta desatada y mi torturador personal solo me sonreía, demostrando su satisfacción por hacerme perder el control.
Cuando por fin logre recuperarme me lance sobre él, era mi turno de hacerlo gemir y gritar hasta desfallecer.

El como siempre me recibió gustoso, entregado a mis expertas manos. Sin perder tiempo ataque su cuadrada mandíbula dándole lengüetazos húmedos y prolongados bajando por ese cuello maltratado por mis anteriores mordiscos, dejando salir mis dientes de vez en cuando para que supiera quien estaba al mando. Masajee su tórax, bese, chupe y mordí cada porción de piel que estuvo a mi alcance hasta llegas esas sensibles tetillas que me llamaban a gritos, las apreté, lamí, mordí y deguste a placer arrancando de su siempre compuesta boca palabras discordantes y poco apropiadas.

Seguí mi recorrido por su perfecto abdomen hasta llegar a esa conjunción de huesos que forman esa hermosa V que me hace perderme, bese cada plano, hueso y musculo de su cadera que me llamaba a seguir su danza, escuchando la hermosa sinfonía que provenía de garganta, y sintiendo la tensión en cada musculo de su cuerpo, como sus manos fuerte y amplias se sostenían de las sabanas blancas de nuestro lecho.

Y justo cuando de su boca salían  una sarta de maldiciones engullí su hermosa polla, deleitándome con el sabor amargo, salado y a la vez dulce de sus fluidos, apretando su glande, absorbiendo y chupando, masajeando sus testículos con una de mis manos y usando la otra para ayudarme a moverme arriba y abajo, lo introduje hasta donde cupo en mi boca tocando con su cabeza mi garganta y empecé ese ritmo cadencioso entre lento y rápido que tanto adora, entrando y sacando su bello miembro de boca, sacando mis dientes con cuidado para que me sintiera mas intenso y profundo, delineando mi lengua por esas venas que me seducen y junto en el momento en que lo sentía tensarse y perder el control, levanto mi cuerpo y me penetro con fuerza, demostrando cuando excitado estaba y cuan agradecido por mi trabajo.

Fue un baile intenso, pesado, contante y a la vez errático, un baile medido y discordante, donde manos, brazos, piernas y bocas se enredaban en el otro, donde mis unas se clavaron en su espalda y mis dientes en su pecho, hombro y cuello y sus manos en mis caderas de forma tal que dejarían huellas.

Entraba y salía de mi con precisión, con fuerza y rudeza y a la vez entrega y pasión, donde nuestros ojos lo decían todo, no había palabras que expresaran nuestro sentir.

Nuestros cuerpos se movían con sintonía y deleite, se conectaban con destreza y entereza como dos piezas de un puzle que encajaban a la perfección pues se pertenecían. Como mi entrada lo apretaba con fuerza sin ninguna intención  de dejarlo salir, y mi botón ansioso rosaba su carme con cada embestida. Después de lo que me parecieron horas de entradas y salidas, penetradas y recibidas mi cuerpo comenzó a sentir las primeras olas de ese tsunami arrollador, y como poco tiempo atrás grite y gemí como desquiciada mientras sentía al hombre que me sostenía derramarse en mi interior, escuchando a lo lejos como gruñía y maldecía. Alcanzamos la cima y nos arrojamos sin cuerda, tocamos las estrellas y nos estrellamos a simple tierra sin ningún sostén y así el orgasmo mas demoledor nos llevo al nirvana del placer.

Luego de boquear por aire y lograr introducir un poco a nuestros pulmones mi intruso mañanero abandono mí más que satisfecha profundidad que siempre estaba dispuesta a recibirlo.

- vamos preciosa, hoy hay que ir trabajar.- y después de semejante ejercicio tiene el descaro de decirme que vaya a trabajar.

- ujuuuu.- solo puede gruñir, así es el Indestructible, invencible e interminable fuente de placer, ojo, no me estoy quejando.


Fin